En esta ocasión, nos
acercamos a la menos "nombrada" (que para nada desconocida) de las Islas
Baleares, Menorca. En este caso elegimos esta isla, además de por sus playas,
por recorrer algún tramo de su famoso Cami de Cavalls con nuestra mascota Kira.
He de decir que también buscábamos tranquilidad, ya que se supone que esta isla
es la menos masificada por el turismo de todas las Baleares, pero aún siendo
septiembre, los accesos a las playas eran una romería y encontrar un hueco
libre en la arena de algunas de sus playas más emblemáticas, era misión
imposible. No quiero imaginar lo que es esta isla en julio o agosto… Mayo o
junio deben ser los meses ideales para visitarla, aunque corriendo el
riesgo de no disfrutar a tope de sus playas. Todo no se puede tener!!!
Obviamente, para llegar a
Menorca con nuestro perro, hemos de tomar un barco. Hay dos compañías que
realizan el trayecto desde Barcelona a Ciudadela, cada una con sus
particularidades. El viaje se hace bastante largo aún siendo unos barcos
relativamente cómodos, no quiero pensar lo que tuvo que ser para Kira, que pasó
las nueve horas del “crucero” encerrada en una jaula cochambrosa de un metro
cuadrado en la última cubierta del barco y a la que sólo podíamos visitar
quince minutos durante un par de ocasiones ya programadas por la naviera. En
fin, ya sabemos que es lo que hay…
Superado el trámite del
viaje, lo bueno empieza ahora. Desembarcamos en Ciudadela, que desde el punto
de vista artístico y arquitectónico es lo más atractivo de la isla. Se trata de
una ciudad pequeñita, que se ve fácilmente en media jornada. La plaza des Born
es preciosa, con varios edificios interesantes, sobre todo el del Ayuntamiento.
Desde esta plaza podemos bajar por la calle Portal del Mar hacia el puerto y
disfrutar de los puestos y de los bares y restaurantes, algunos realmente
sorprendentes por su diseño. Desde abajo obtendremos una preciosa vista del
edificio del Ayuntamiento.
Dando una vuelta por la
zona antigua de la ciudad, paseo agradable y recomendable, destacaríamos la
Catedral, la calle de las Ses Voltes o la Iglesia del Socors.
Salimos de Ciudadela en
busca de playas, iniciando el recorrido hacia el sur, dirección Cala en Bosc.
La primera cala que veremos será la de Santadriá. Una playa alargada de aguas
muy limpias y tranquilas.
Bajamos hasta Cala en
Bosc, un centro turístico con una agradable playa con todos los servicios.
Desde ahí podemos tomar un tramo del Camí de Cavalls junto a los acantilados
pasando por algunas construcciones históricas muy interesantes.
Por este camino, en menos
de una hora, llegaremos a Son Saura y su enorme playa (o bien regresando a Ciudadela
y tomando la carretera que lleva a este lugar), no muy recomendable para darse
un baño por la gran cantidad de algas, aquí llamadas posidonia, que no son
limpiadas para mantener el ecosistema… en menos de media hora más, llegaremos a
Talaier, una preciosa y recogida cala que invita a quedarse un buen rato y
disfrutar de sus cristalinas aguas.
Volviendo a la carretera
o continuando por el Camí, llegamos a la famosa Cala Turqueta… en temporada
baja debe ser otra cosa totalmente distinta, pero cuando la visitamos nosotros
en septiembre, se nos cayó un mito. Playa masificadísima, ni rastro del
turquesa de las aguas que vemos en todas las fotos y para colmo, plaga de
medusas… para muestra un botón:
Lo mismo nos ocurrió con
la siguiente playa, aún más conocida que Turqueta: Macarella. Después del
tortuoso acceso a la playa por carretera (algo común por otra parte en toda la
isla) y de la media hora de camino desde el aparcamiento, nos encontramos con una
playa muy concurrida, y con un agua que dejaba bastante que desear, sin duda la
peor de toda la isla, sucia y con un tono marrón incluso. Lo mejor, andar otros
quince minutos más y llegar a Macarelleta.
Con un acceso mucho más
cómodo por carretera y con un arenal considerable nos esperaba la preciosa Cala
Galdana. Un lujo nadar en sus aguas y disfrutar de las vistas desde uno de los
costados.
Muy cerca de Cala
Galdana, se encuentra Mitjana, otra joya de la isla. Aguas transparentes,
turquesas, cuevas, acantilados… Menorca en estado puro.
Para los más andarines,
están las playas de Trebaluguer o Escorxada, con más de una hora de caminata
por unos preciosos paisajes de barrancos. Aquí la mayoría de visitantes llegan
por barco, así que a pesar del esfuerzo, no vais a estar solos…
Desde el pueblo de Santo
Tomás, podemos llegar a Binigaus. Una playa un poco diferente a todas las
anteriores, al ser un arenal abierto… pero igualmente disfrutamos de agua
transparente y arena fina.
Dejando un poco las
playas y calas, nos acercamos a Cala en Porter a encontrarnos con otro de los
hitos emblemáticos de la isla, la Cova d´en Xoroi, una especie de bar de copas
en un lugar espectacular. El precio de la entrada es un poco exagerado, 12
euros por la tarde con una consumición, pero cómo vas a dejar de visitarlo!!!!!
Obviamente, la mejor hora para hacerlo es al atardecer.
Unos kilómetros más hacia
el este y alcanzamos Binibeca Vell, un poblado construido en los años setenta
imitando las antiguas casas de pescadores. Sus calles están llenas de encanto…
un buen lugar donde terminar el día.
A diez kilómetros de
Binibeca se encuentra la capital de la isla, Mahón. Con una importante huella
británica (fue suya durante casi un siglo), destaca sobre todo su magnífico
puerto natural de seis kilómetros de longitud. Su casco antiguo, su castillo y
la fortaleza de Isabel II es lo básico que deberíamos visitar desde nuestro
punto de vista.
Al norte de Mahón, se
halla un espacio natural protegido como es la Albufera des Grau, atravesado por
varios senderos por los que, incomprensiblemente, no pudimos caminar con
nuestra perra ni siquiera llevándola atada… qué alguien me lo explique…
Antes de continuar con
las playas del norte de la isla, podemos tomar la carretera que cruza la isla y
detenernos junto a Es Mercadal en el Monte Toro, el mejor mirador de todo
Menorca, casi podemos abarcar con la vista todo el contorno insular, si el día
lo permite claro…
Desde Es Mercadal, hacia
el norte y en media hora nos plantamos (raro!!! el parking está junto a la
orilla…) en una de las playas más atractivas desde el punto de vista
paisajístico, Cavalleria. Lástima que con un acceso tan fácil, se llene de
turistas enseguida. Como veréis en las fotos, el paisaje cambia bastante del sur al norte.
Otra cala espectacular es
Pregonda, famosa desde hace años por ser portada de un disco de Mike Oldfield
(vecino de Ibiza durante años…). En este caso, tenemos una buena excursión al
sol desde el aparcamiento, pero siempre merecerá la pena.
Una de mis calas
favoritas sería Cala Pilar, que no te importe la caminata de casi una hora que
supone llegar a la orilla, el enclave y el color rojizo de la tierra te van a
dejar con la boca abierta. Quizá una playa para ver más que para estar, sobre
todo en días de viento. A Kira le encantó!!!
Otra sorpresa positiva en
mi visita a las playas de la isla fue la de Algariens. De acceso muy cómodo en
coche y menos poblada que el resto, es una cala perfecta para pasar el día.
El agua limpísima, la arena fina y unas vistas fabulosas… ¡¡¡qué más podemos
pedir!!!
Para finalizar nuestro
recorrido por Menorca, nos acercamos a Punta Nati desde Ciudadela. Es uno de
los mejores puntos para ver atardecer. Desde el faro podemos tomar un tramo del
Camí de Cavalls hacia el sur y descubrir Pont den Gil, un puente natural sobre
el mar por el que algunas pequeñas embarcaciones se arriesgan a pasar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario