sábado, 28 de noviembre de 2015

PUEBLOS MAGICOS JUNTO AL DORDOGNA (PERIGORD)


A pesar de no ser una de las zonas más conocidas de Francia, el Perigord reúne todos los requisitos para ser un destino del que disfrutar a tope de unas vacaciones, y del que enamorarse. Pueblos de cuento en los que parece que el tiempo se ha detenido, una gastronomía exquisita basada en el pato y la oca (…y el queso, por supuesto), senderos y caminos por unos paisajes maravillosos, grutas, jardines… Si llegáis al final de esta entrada (muy resumida), entenderéis porqué esta zona es una de nuestras favoritas de todo el territorio francés. 








El río Dordoña tiene casi 500 kilómetros de longitud (creando, por cierto, el mayor estuario
de Europa en su desembocadura) pero nos vamos a centrar en los pueblos situados a ambos lados de la carretera A20, lo que hace muy sencillo y cómodo su acceso.

Empezaremos el recorrido a lo grande, en Rocamadour, a la derecha de la mencionada A20 según miramos el mapa. Acercarse a este poblado es una experiencia inolvidable. Encaramado a un acantilado, parece increíble que alguien pensara que ahí se podía levantar un pueblo… pero mira. Desde cualquier perspectiva la ubicación de Rocamadour resulta espectacular. Como espectacular resultará la cantidad de escaleras que subiremos y bajaremos, lógico. Pero el esfuerzo merece la pena.

 
 
 Por la Gran Escalera, llegaremos a una especie de placita, allí 8 iglesias o capillas, algunas incrustadas en la roca. La capilla de Notre Damme guarda la Virgen Negra, que dicen que desprende una fuerza espiritual fuera de lo común… En la roca, sobre estas construcciones, veremos una espada, que dicen que es la del caballero Roland muerto en los Pirineos, pero que antes de caer en manos de sus enemigos, lanzó la espada con tanta fuerza que llegó hasta aquí… Quizá no fue exactamente así, pero bueno…

 
 

 Una vez visitado este centro de peregrinación, y por un camino zigzagueante de continua subida con alguna que otra sorpresa, llegaremos al castillo, en lo alto del acantilado. Desde una de las murallas, contemplaremos unas vistas increíbles del pueblo y del cañón en el que se encuentra (si la niebla, como nos ocurrió a nosotros, no os lo impide…). No nos podemos marchar de esta villa sin probar su queso de cabra, de fama casi mundial…



Desde Rocamadour, en unos veinte minutos, podemos acercarnos a un lugar sorprendente, las grutas de Padirac:

Precio: 10,50€
Horario: De finales de marzo a primeros de noviembre de 9:30 a 17:30 aprox (consultar web)
Perros: NO está permitida su entrada.

Sin duda la visita a esta gruta se trata de una experiencia única e impresionante a descubrir por vosotros mismos.


Otro breve trayecto de once minutos nos deja junto a la impresionante cascada de Autoire. Hay un aparcamiento en la parte alta que en un momento te lleva a un mirador sobre la caída de más de treinta metros. De nuevo la niebla se nos echó encima y cuando quisimos sacar la cámara de fotos, esto es todo lo que pudimos tomar…


Bajamos al pueblo medieval del mismo nombre, Autoire. Desde el aparcamiento que hay a la entrada también podemos acercarnos al pie de la cascada tras media hora de agradable paseo junto a nuestra mascota. La comuna (incluida en la lista de los “pueblos más bonitos de Francia”) bien merece una visita. El castillo de Limargue, su iglesia de Saint Pierre, sus callejuelas…



Ocho minutos más de coche y estamos en Loubressac. Otra villa incluida es esa famosa lista de los pueblos más bellos de Francia. No es de extrañar, mas encanto no puede tener este pueblecillo. En este caso la niebla jugó a nuestro favor y la hizo aún más encantadora y mágica. Pasear con detenimiento por sus calles dejará poso en vuestra memoria.



A diez kilómetros de Loubressac se encuentra Carennac (también aparece en la lista…), el “pueblo de los tejados”, preciosa villa medieval perfectamente conservada en la que nos costará creer que no estemos dentro de alguna película. Ya que estamos, no deberíamos dejar de visitar la iglesia románica de Saint Pierre. Magnífica.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Desde Carennac, veinte minutos de carretera para llegar a la ciudad de Martel, otra población en la que caminar por sus calles del centro histórico te transporta a la época medieval. Especialmente encantadora nos pareció su plaza principal o Place des Consuls, donde se encuentra la Oficina de Turismo, que también hay que ver.



Salimos de Martel y cruzamos la carretera A20 mencionada anteriormente. Pasamos por Souillac donde, si nos apetece mucho, podemos visitar su famosa y monumental abadía. A menos de treinta kilómetros se encuentra la villa de Domme, otro de los “pueblos más bellos de Francia”. Se trata de una ciudad fortificada situada sobre el Dordoña en un emplazamiento estratégico… y bello. Conserva puertas y torres, calles llenas de encanto y dos preciosas plazas. En la del mercado además podemos visitar la gruta de Domme. Además de la belleza del pueblo en sí, las vistas desde los miradores del acantilado son maravillosas.



Cruzamos el Dordoña en busca de nuestro siguiente destino: La Roque-Gageac. Un poblado, que es casi una calle, situado a los pies de un acantilado. Se trata de un pueblo antiquísimo, prehistórico, pero que cambió su fisonomía al caerse una piedrecita de 5000m2 sobre él. Lo mejor, recorrer el pueblo de punta a punta y acercarse a la pequeña iglesia que encontraremos en la parte superior junto a un curioso jardín tropical… muy curioso si. En esta villa podemos tomar una gabarra (una pequeña embarcación) y recorrer un pequeño tramo del río que nos permitirá contemplar algunos de los castillos más representativos de esta zona.



En un suspiro llegamos a otro cruce con dos posibilidades: cruzar el Dordoña y acercarnos al castillo de Castelnaud o girar a la derecha y visitar los jardines de Marqueysaac. Empezamos por Castelnaud, el castillo más visitado del sur de Francia:

Precio: 8,60€
Horario: Abierto todo el año de 10:00 a 17:00 aproximadamente.
Perros: Permitido el acceso con correa.

Además del emplazamiento del castillo con magníficas vistas del valle, es interesante la colección de armas y máquinas de guerra. También cuenta con unos jardines medievales. En cualquier época además tienen espectáculos y animaciones.


Volvemos a cruzar el Dordoña y nos acercamos a los maravillosos Jardines de Marqueysaac, románticos y pintorescos:

Precio: 7,80€
Horario: Abierto todo el año de 10:00 a 18:00 aproximadamente (dependiendo de la época)
Perros: Permitido el acceso con correa.

A lo largo de 6ks de caminos sombreados, contemplaremos junto a nuestra mascota más de 150.000 plantas de cientos de especies distintas, podadas a mano de una manera única. Las vistas del valle desde algunos puntos son espectaculares.
 


 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
Tres kilómetros de distancia separan Marqueysaac de otra población pintoresca y acogedora: Beynac et Cazenac, otra localidad que figura en la lista de esos pueblos bellos de Francia. Desde el viejo puerto junto al río, hasta el imponente castillo en lo alto del acantilado, escala el pueblecillo de casas medievales atravesando algunas preciosas puertas fortificadas.



 Para el final hemos dejado el plato fuerte: Sarlat. Veinte minutos de coche nos separan de esta joya medieval. No entiendo como este pueblo no es un destino de primer orden, porque es una auténtica maravilla de arquitectura medieval bien conservada y es una gozada pasear por sus calles y descubrir sus miles de rincones tanto de día como de noche. Y no son palabras vacías, de hecho se trata de la primera localidad de Europa por el número de edificios protegidos por metro cuadrado.

 El centro histórico, no es muy grande, pero es que no hay una sola calle carente de belleza o un solo rincón que no sorprenda al visitante. Para recorrer la villa lo mejor es acercarse a la oficina de Turismo, junto a la Catedral, y tomar un folleto con un interesantísimo itinerario que recorre de punta a punta la ciudad medieval, con puntos en los que detenerse y comentarios históricos interesantes.  


Pero no sólo en su arquitectura reside el interés, la gastronomía también es parte del encanto de Sarlat. Si tenemos suerte de que nuestra visita sea un sábado, podremos disfrutar de un maravilloso mercadillo gastronómico en la plaza del Mercado (por cierto, no dejar de ver el mercado, ubicado en el interior de una iglesia… Genial!!!).
 

 
Veremos cientos de tiendas de productos de la zona (sobre todo patés y derivados de la oca, que aquí es como de la familia… y trufas!!!). Y en los magníficos restaurantes de la ciudad podremos degustar manjares como el magret de pato, el cassoulet, el ragout de confit…


Y como ya os hemos comentado en la introducción, os recomendamos visitar Sarlat también al atardecer y cuando es sol ya se ha puesto… coincidiréis con nosotros en que sin duda se trata de un lugar mágico.
 
 



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