A pesar de no ser una de
las zonas más conocidas de Francia, el Perigord reúne todos los requisitos para
ser un destino del que disfrutar a tope de unas vacaciones, y del que
enamorarse. Pueblos de cuento en los que parece que el tiempo se ha detenido,
una gastronomía exquisita basada en el pato y la oca (…y el queso, por
supuesto), senderos y caminos por unos paisajes maravillosos, grutas, jardines…
Si llegáis al final de esta entrada (muy resumida), entenderéis porqué esta
zona es una de nuestras favoritas de todo el territorio francés.
El río Dordoña tiene casi 500 kilómetros de longitud (creando, por cierto, el mayor estuario
de Europa en su desembocadura) pero nos vamos a centrar en los pueblos situados a ambos lados de la carretera A20, lo que hace muy sencillo y cómodo su acceso.
Empezaremos el recorrido
a lo grande, en Rocamadour, a la derecha de la mencionada A20 según miramos el
mapa. Acercarse a este poblado es una experiencia inolvidable. Encaramado a un
acantilado, parece increíble que alguien pensara que ahí se podía levantar un
pueblo… pero mira. Desde cualquier perspectiva la ubicación de Rocamadour
resulta espectacular. Como espectacular resultará la cantidad de escaleras que
subiremos y bajaremos, lógico. Pero el esfuerzo merece la pena.
Una vez visitado este centro de peregrinación, y por un camino zigzagueante de continua subida con alguna que otra sorpresa, llegaremos al castillo, en lo alto del acantilado. Desde una de las murallas, contemplaremos unas vistas increíbles del pueblo y del cañón en el que se encuentra (si la niebla, como nos ocurrió a nosotros, no os lo impide…). No nos podemos marchar de esta villa sin probar su queso de cabra, de fama casi mundial…
Desde Rocamadour, en unos
veinte minutos, podemos acercarnos a un lugar sorprendente, las grutas de
Padirac:
Precio: 10,50€
Horario: De finales de
marzo a primeros de noviembre de 9:30 a 17:30 aprox (consultar web)Perros: NO está permitida su entrada.
Sin duda la visita a esta
gruta se trata de una experiencia única e impresionante a descubrir por
vosotros mismos.
Otro breve trayecto de
once minutos nos deja junto a la impresionante cascada de Autoire. Hay un
aparcamiento en la parte alta que en un momento te lleva a un mirador sobre la
caída de más de treinta metros. De nuevo la niebla se nos echó encima y cuando
quisimos sacar la cámara de fotos, esto es todo lo que pudimos tomar…
Bajamos al pueblo
medieval del mismo nombre, Autoire. Desde el aparcamiento que hay a la entrada
también podemos acercarnos al pie de la cascada tras media hora de agradable
paseo junto a nuestra mascota. La comuna (incluida en la lista de los “pueblos
más bonitos de Francia”) bien merece una visita. El castillo de Limargue, su
iglesia de Saint Pierre, sus callejuelas…
Ocho minutos más de coche
y estamos en Loubressac. Otra villa incluida es esa famosa lista de los pueblos
más bellos de Francia. No es de extrañar, mas encanto no puede tener este
pueblecillo. En este caso la niebla jugó a nuestro favor y la hizo aún más
encantadora y mágica. Pasear con detenimiento por sus calles dejará poso en
vuestra memoria.
A diez kilómetros de
Loubressac se encuentra Carennac (también aparece en la lista…), el “pueblo de
los tejados”, preciosa villa medieval perfectamente conservada en la que nos
costará creer que no estemos dentro de alguna película. Ya que estamos, no
deberíamos dejar de visitar la iglesia románica de Saint Pierre. Magnífica.
Desde Carennac, veinte
minutos de carretera para llegar a la ciudad de Martel, otra población en la
que caminar por sus calles del centro histórico te transporta a la época
medieval. Especialmente encantadora nos pareció su plaza principal o Place des
Consuls, donde se encuentra la Oficina de Turismo, que también hay que ver.
Salimos de Martel y
cruzamos la carretera A20 mencionada anteriormente. Pasamos por Souillac donde,
si nos apetece mucho, podemos visitar su famosa y monumental abadía. A menos de
treinta kilómetros se encuentra la villa de Domme, otro de los “pueblos más
bellos de Francia”. Se trata de una ciudad fortificada situada sobre el Dordoña
en un emplazamiento estratégico… y bello. Conserva puertas y torres, calles
llenas de encanto y dos preciosas plazas. En la del mercado además podemos
visitar la gruta de Domme. Además de la belleza del pueblo en sí, las vistas
desde los miradores del acantilado son maravillosas.
Cruzamos el Dordoña en
busca de nuestro siguiente destino: La Roque-Gageac. Un poblado, que es casi
una calle, situado a los pies de un acantilado. Se trata de un pueblo
antiquísimo, prehistórico, pero que cambió su fisonomía al caerse una
piedrecita de 5000m2 sobre él. Lo mejor, recorrer el pueblo de punta a punta y
acercarse a la pequeña iglesia que encontraremos en la parte superior junto a
un curioso jardín tropical… muy curioso si. En esta villa podemos tomar una
gabarra (una pequeña embarcación) y recorrer un pequeño tramo del río que nos
permitirá contemplar algunos de los castillos más representativos de esta zona.
En un suspiro llegamos a
otro cruce con dos posibilidades: cruzar el Dordoña y acercarnos al castillo de
Castelnaud o girar a la derecha y visitar los jardines de Marqueysaac.
Empezamos por Castelnaud, el castillo más visitado del sur de Francia:
Precio: 8,60€
Horario: Abierto todo el
año de 10:00 a 17:00 aproximadamente.Perros: Permitido el acceso con correa.
Además del emplazamiento
del castillo con magníficas vistas del valle, es interesante la colección de
armas y máquinas de guerra. También cuenta con unos jardines medievales. En
cualquier época además tienen espectáculos y animaciones.
Volvemos a cruzar el
Dordoña y nos acercamos a los maravillosos Jardines de Marqueysaac, románticos
y pintorescos:
Precio: 7,80€
Horario: Abierto todo el
año de 10:00 a 18:00 aproximadamente (dependiendo de la época)Perros: Permitido el acceso con correa.
A lo largo de 6ks de
caminos sombreados, contemplaremos junto a nuestra mascota más de 150.000
plantas de cientos de especies distintas, podadas a mano de una manera única.
Las vistas del valle desde algunos puntos son espectaculares.
Tres kilómetros de
distancia separan Marqueysaac de otra población pintoresca y acogedora: Beynac
et Cazenac, otra localidad que figura en la lista de esos pueblos bellos de
Francia. Desde el viejo puerto junto al río, hasta el imponente castillo en lo
alto del acantilado, escala el pueblecillo de casas medievales atravesando
algunas preciosas puertas fortificadas.
El centro histórico, no es muy grande, pero es que no hay una sola calle carente de belleza o un solo rincón que no sorprenda al visitante. Para recorrer la villa lo mejor es acercarse a la oficina de Turismo, junto a la Catedral, y tomar un folleto con un interesantísimo itinerario que recorre de punta a punta la ciudad medieval, con puntos en los que detenerse y comentarios históricos interesantes.
Pero no sólo en su
arquitectura reside el interés, la gastronomía también es parte del encanto de
Sarlat. Si tenemos suerte de que nuestra visita sea un sábado, podremos
disfrutar de un maravilloso mercadillo gastronómico en la plaza del Mercado
(por cierto, no dejar de ver el mercado, ubicado en el interior de una iglesia…
Genial!!!).
Veremos cientos de tiendas de productos de la zona (sobre todo
patés y derivados de la oca, que aquí es como de la familia… y trufas!!!). Y en
los magníficos restaurantes de la ciudad podremos degustar manjares como el
magret de pato, el cassoulet, el ragout de confit…
Y como ya os hemos comentado
en la introducción, os recomendamos visitar Sarlat también al atardecer y cuando
es sol ya se ha puesto… coincidiréis con nosotros en que sin duda se trata de
un lugar mágico.