domingo, 25 de junio de 2017

COSTA AZUL DE FRANCIA. Parte II


Habíamos finalizado la primera parte de nuestro viaje en Saint Tropez y en esta segunda seguimos rumbo Este, recorriendo la Costa Azul francesa. Nuestro siguiente objetivo es Cannes, decidimos ir hasta Frejus y ahí tomar la carretera que transita junto a la costa y que, aunque nos llevará mucho más tiempo (unas dos horitas), también nos regalará unas preciosas vistas. La carretera que desde Agay hasta Cannes enlaza curvas y más curvas atravesando un territorio de roca rojiza que contrasta con el azul del mar.





Frecuentemente querremos detener el coche para hacer algunas fotos o para acercarnos a lugares como la playa des Anglais (junto al pueblo de Agay) o el Chateau de La Napoule ya muy cerca de nuestro primer destino.




Y ya por fin… llegamos a Cannes, uno de los platos fuertes del viaje, para nuestro gusto todo un descubrimiento y un lugar al que volveremos pronto seguro. Aquí se respira lujo, elegancia y glamour por los cuatro costados. No sólo en la gente sino también en la arquitectura, las tiendas, la iluminación nocturna… y como no, los cochazos que gastan por aqui!!! Todo rezuma distinción. Es una gozada pasear con nuestra perra por el Boulevard de La Croissette de una punta a la otra (unos tres kilómetros nada mas), contemplando entre palmeras los edificios de estilo belle epoque y reconociendo alguno de ellos como el famosísimo hotel Carlton, el Majestic o el Hotel Martinez.















El paseo empieza (o acaba) junto al Edificio de Congresos en el que cada año se celebra el Festival de cine de Cannes… porque otra cosa que se respira en esta ciudad es cine por todas partes. Junto a dicho Palacio de Congresos, encontraremos cientos de huellas de manos de actores, actrices y directores famosos que han dejado en el suelo. Y siguiendo la ruta del séptimo arte, descubrir las once muestras de arte urbano en forma de muros pintados relacionados siempre con el cine que componen la llamada ruta de Les Murs Peints.




Otro aliciente que nos encantó de Cannes fue su playa, la que discurre junto a La Croissette, una playa de arena, aguas tranquilas y transparentes y maravillosas vistas de la abrupta orografía al otro lado del golfo de La Napoule




En contraste con la zona de La Croissette, el barrio de Le Suquet, en una colina junto al mar, pone el contrapunto histórico y más pintoresco.  Nos encantó subir a la iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza y contemplar la panorámica de este punto.  Descendiendo por la Rue de Saint Antoine pasaremos junto a un buen puñado de restaurantes a cual más romántico y acogedor. No nos pudimos resistir a entrar en uno de ellos, donde Kira fue muy bien recibida. La Rue Meynadier es la más famosa de este barrio y en ella encontraremos más restaurantes y tiendas de souvenirs de todo tipo...


… Hasta las tiendas de accesorios para nuestras mascotas no pueden ser más elegantes…


Desde Cannes a Niza tenemos una media hora en coche por la autopista. Si disponéis de tiempo de sobra y ganas, se puede llegar a Niza tomando la carretera de la costa, lo que supone más del doble de tiempo, pero atravesaremos enclaves tan interesantes como Antibes o Cagnes sur Mer.

Aunque son dos localidades de costa y situadas muy cerca la una de la otra, cada una tiene su propia personalidad. Son parecidas pero muy diferentes. Niza es más monumental pero menos acogedora, el casco antiguo es más grande y su pasado histórico es igualmente más importante y eso queda patente en su arquitectura. En lo que si coinciden en es poseer ambas un paseo marítimo estupendo por el que gusta pasear una y otra vez. Si en Cannes era la Croissette, en Niza lo llaman la Promenade des Anglais. Igualmente disfrutaremos contemplando los maravillosos edificios que jalonan este paseo, como el Palacio de la Mediterranee, el famoso edificio del Hotel Negresco o la Vila Massena. El bulevar es lo suficientemente ancho y cómodo, a pesar de la cantidad de turistas, como para que disfrutemos tanto nosotros como nuestro perro. 



De vuelta a la zona histórica de la ciudad, nos encontraremos a la izquierda con el Jardín de Albert 1er,  Una franja de tierra y césped para capricho de nuestra mascota. También nosotros encontraremos zonas de interés y bancos para tomar un respiro o un refrigerio que siempre viene bien. Este parque desemboca en la increíble Plaza de Massena, enorme, monumental y… cuadriculada



A la derecha de esta plaza podemos adentrarnos en el corazón de Niza, la zona histórica conocida como la Vieille Ville. Callejear por sus calles es una gozada, visitando la catedral, el edificio de la Opera, la famosa Plaza de Pierre Gautier y acabar tomando el ascensor que nos llevará hasta el precioso jardín de la Colina del Castillo, donde de nuevo nuestro perro será el rey y el protagonista junto con las maravillosas vistas de la playa y el bulevar



Desde Niza, tomando la curvilínea carretera de la cornisa que une esta ciudad con Mónaco, llegamos en apenas 25 minutos a una de las localidades con más encanto de esta zona, el pueblo de Ezé. Situado sobre una escarpada colina, ya desde lejos se intuye el encanto que posee esta pequeña villa. 




Un par de aparcamientos, de pago por supuesto, nos sitúan en la base del pueblecillo. Un par de empinadas cuestas y ya nos adentramos en las preciosas callejuelas de Eze (no van a ser las únicas cuestas como veréis). No hace falta seguir ningún itinerario para recorrer el pueblo, simplemente dejarse llevar y descubrir cada uno de sus preciosos rincones. Lo normal, eso sí, será finalizar en la parte más alta de la colina donde se encuentra el jardín Exótico donde además de plantas, flores y estatuas, las espectaculares vistas de la costa puede que compensen los 6 euros de la entrada. 






Abandonamos Ezé y en otros quince minutos llegamos al final de nuestro recorrido por la Costa Azul francesa... La ciudad-principado de Mónaco. Lo cierto es que a Kira no le gustó nada la capital monegasca. Tanto asfalto, tanto calor, tanta gente y tantas cuestas... no está hecho para ella. A la parte humana si le agradó más, pero no es un destino al que me gustaría volver próximamente. Está bien visitarlo una vez, pero nada más por ahora. El tráfico es un poco caótico (también es cierto que toda la zona del boulevard junto al puerto estaba en obras, desde la famosa curva de la Rascasse que cualquier aficionado a la Formula 1 debe conocer) y para aparcar estarás obligado a hacerlo en algún parking cubierto, que no son nada baratos como os imaginaréis, pero al menos hay muchos (quizá el de la Condamine es el mejor por el tamaño y por la situación).




Aunque viendo esta foto parezca una ciudad enorme con tanto edificio, la verdad es que se puede ver con tranquilidad en menos de una jornada, todo depende como siempre del tiempo que queráis dedicar a museos (como el Oceanográfico, la colección de coches antiguos del Principado...), jardines, etc. Una vez hemos aparcado podemos optar por subir a la zona del Palacio de los Príncipes de Mónaco o bien ir hacia el Casino siguiendo la ruta del Gran Premio de F1. Nosotros optamos por la primera opción que nos parecía la más interesante. Una buena subidita nos lleva al palacio del Príncipe de Mónaco, que es su residencia oficial y que lleva siendo vivienda de los Grimaldi desde el siglo 13. Además de residencia se celebran conciertos y actos oficiales a menudo (Alberto II se casó aqui en el 2011 sin ir más lejos). Estéticamente mezcla varios estilos: el medieval se funde claramente con el renacentista. En verano es visitable el interior del Palacio y sus estancias en horario de 10 a 18 (como es de esperar, los perros no tienen permitido el acceso). En la misma plaza veremos una estatua de Francisco Grimaldi, el primero de los Grimaldi en ocupar el palacio, vestido de monje (según parece asi pidió albergue en el castillo y al entrar mató al guardia y él y sus hombres tomaron posesión de la fortaleza).




Si caminamos en dirección opuesta al Palacio, pasearemos por la parte más antigua y auténtica del Principado y para nosotros también la más agradable. De toda esta zona habría que destacar especialmente la Catedral, abierta de 8 a 19, muy moderna ya que se terminó en 1903 pero de un estilo neorrománico muy bello. En el interior, destaca el altar de marmol de Carrara y, seguramente lo más fotografiado, las tumbas de Rainiero III y de Grace Kelly).




De nuevo en el exterior, no podemos dejar de lado el edificio del Palacio de Justicia, a la izquierda de la Catedral, con su preciosa fachada de doble escalinata. 





Si atravesamos toda esta parte antigua llegaremos bordeando el mar al impresionante edificio del Museo Oceanográfico, si la fachada ya nos deja boquiabiertos, la ubicación en un acantilado a 85 metros del mar nos dejará sin palabras. El museo en si es muy interesante con una enorme colección de animales marinos, de barcos, esqueletos, etc. No en vano, el mismísimo Cousteau fue su director durante muchos años. Desde esta parte además tendremos unas bonitas vistas de la capital.




Desde aqui no nos queda otra que bajar al enorme puerto deportivo, donde veremos otros palacios, en este caso flotantes, pero igual de impresionantes y aunque muramos de envidia... dignos de admirar. En esta avenida, para los amantes de la Formula uno como nosotros, os podéis hacer fotos en la graciosa réplica del Mercedes de Fangio, en las marcas de la salida del GP o en la zona de boxes. Bordeando el puerto por el Boulevard Louis II alcanzamos la parte más glamurosa y quizá más conocida de la ciudad, con el famoso edificio del Casino. Precioso!!! Construído por Charles Garnier, el mismo arquitecto de la Opera de París. Y junto a él la Opera de Montecarlo y el lujoso Hotel de París, donde llegan clientes en modestos utilitarios... Los jardines del Casino también son dignos de visitar. En cuanto a la entrada al Casino, la verdad es que creo que no puedes visitarlo sin apostar, yo desde luego prefiero disfrutar sólo del exterior. 




Un poco más abajo, otro de los hitos de los seguidores de la Fórmula Uno: Loews, la curva más lenta de todo el Campeonato. Ya sé que es muy típico pero... ¿quién se puede resistir a hacerse una foto con las marcas de los neumáticos en los pianos?. Desde aquí la bajada al tunel a la derecha, o bien acercarnos al curioso Jardín Japonés (abierto de 9 a 18:45) con colinas, cascadas, arroyos y, como no, un jardín zen para acabar el viaje meditando y recordando todo lo visto




Esperamos que os haya gustado nuestro relato de este recorrido por la Costa Azul francesa. A Kira desde luego le encantó y está deseando volver, pero claro aún tiene mucho por conocer... y mucho que contaros. Hasta la próxima!!!!!



miércoles, 22 de marzo de 2017

COSTA AZUL DE FRANCIA. Parte I


Seguro que ya estáis pensando en el próximo verano verdad?… pues aquí va una recomendación estupenda para disfrutar unos días de vacaciones con vuestra mascota. Como turista con perro, viajar a Francia siempre es un placer y pensando en darnos unos chapuzones, ¡¡¡qué mejor que la Costa Azul!!! Es posible que si buscas sólo calidad de playas, no sea la mejor opción y vuelvas un poco desencantado, pero si queremos combinar ciudades y pueblos espectaculares con naturaleza y playa, con esta propuesta acertaremos seguro!!.




La Costa Azul (también conocida como la Riviera Francesa) pertenece a una región llamada PACA (este bonito nombre, corresponde a las iniciales de las tres comarcas que lo forman: Provenza, Alpes y Costa Azul). El área de costa se extiende entre las ciudades de Marsella y Mónaco y es justo esa franja de litoral la que recorrimos y desde aquí os mostraremos lo que, desde un punto de vista totalmente subjetivo, a nosotros nos parece más interesante.
Se trata de una zona de poder adquisitivo potente y de un turismo de nivel medio alto, y eso hemos de tenerlo en cuenta, tanto a la hora de reservar nuestro alojamiento, como cuando hagamos nuestra previsión de gastos para el viaje en comida, peajes y extras. Es cuestión de acoplar nuestro presupuesto a la oferta de hoteles o apartamentos y restaurantes.
Comenzamos el viaje, como no podía ser de otro modo, en la capital de la región, Marsella. Se trata de la segunda urbe más poblada de Francia y el puerto comercial más importante de todo el Mediterráneo. Estamos también, ante la ciudad más antigua del país, aunque conserva pocos vestigios de épocas antiguas.



Desde el punto de vista turístico, Marsella es una población con multitud de atractivos, si bien antes de empezar a detenernos en algunos de ellos, unos consejos: Lo primero no es una ciudad muy recomendable (como suele pasar con las grandes urbes) para visitar con nuestra mascota, tendremos que armarnos de paciencia los dos o bien dividir la visita en dos partes: una con nuestro perro y otra sin él; además si decidimos acercarnos a Marsella en nuestro coche, tened en cuenta que va a ser un infierno movernos por ella: calles muy estrechas, de un solo sentido en las que resulta muy fácil perderse. Aparcar en la calle es una quimera y hacerlo en un parking subterráneo una ruina (hablamos de unos 15€ por cuatro horas por ejemplo). Una vez solucionados estos temas, ya podemos empezar a disfrutar.



Un lugar perfecto para empezar la visita a la ciudad podría ser el Puerto Viejo, uno de los lugares más bonitos de Marsella. Se trata de un puerto con una entrada muy estrecha y flanqueado por dos fuertes que lo protegen. El paseo que rodea el puerto está plagado de restaurantes… y de turistas!!!. En la zona más abierta del paseo se ha instalado una preciosa noria, junto al embarcadero que lleva a los turistas a las famosas calanques que luego descubriremos.



Si tenemos mucho tiempo y ganas de andar, por la parte izquierda del paseo, podemos acercarnos al Palacio de Congresos desde donde disfrutaremos de unas maravillosas vistas del puerto. Caminando por esta parte descubriremos a nuestra izquierda algunas agradables plazas en las que tomar algo sentado en alguna de las terrazas. También en esta zona encontraremos el edificio de la Opera, construido en el año 1787 en un periodo de gran opulencia, aunque en 1919 sufrió un incendio que obligó a su reconstrucción parcial, la fachada de estilo neoclásico es la original.



En la parte derecha del puerto se esconde el corazón histórico de la ciudad, la zona que llaman “La Panier”. Es muy agradable perderse por sus calles estrechas y empinadas, descubrir edificios singulares como la Casa del Diamante y acabar desembocando junto a la Catedral (o basílica Santa María la Mayor) en la explanada que une el puerto antiguo con el moderno comercial. Se trata de una construcción deslumbrante y majestuosa. Su construcción se inició a mediados del siglo 19, fue ni más ni menos que Napoleón el que puso la primera piedra. Su estilo, con un marcado toque bizantino es sumamente original, no veréis otra catedral similar. Si el interior os resultará impactante, el interior os parecerá sobrecogedor, por la altura de su nave central, y por su decoración con mármoles y mosaicos. El horario de apertura es de 8:30 a 20:00 ininterrumpidamente y es totalmente GRATUITA.





Volviendo a la zona del puerto es muy recomendable hacer una parada en el Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo, más que por el museo en sí, por su emplazamiento el fuerte de San Juan. Si caminamos por las torres de la parte superior, podremos contemplar unas preciosas vistas de la zona portuaria. La entrada es GRATUITA y se realiza por un curioso puente metálico.



De regreso al puerto, podemos tomar la avenida de La Canabiere, justo en dirección opuesta al mar, y tras diez minutos de paseo, alcanzar primero la iglesia de Saint-Vicent de Paul de estilo gótico, construida en el siglo 17 sobre una antigua capilla y en la que destaca su preciosa fachada, las vidrieras y sus sobrias naves. Quince minutos de paseo más y alcanzamos otro de los puntos emblemáticos de la ciudad de Marsella: El Parc Longchamp. En él destaca sobre todo, el monumental Palacio de Longchamp, un edificio semicircular de aire barroco, con elegantes columnatas que lo atraviesan y preciosos grupos escultóricos. En el centro una preciosa fuente de la que surge una hermosa cascada. El agua está muy presente en este conjunto, no obstante este palacio se erigió para celebrar el final las obras de construcción de un canal que suministraría agua potable a Marsella. El palacio está ocupado hoy en día por dos museos (Bellas Artes, lado izquierdo; Historia Natural, lado derecho. Ambos abiertos de martes a domingo de 10 a 18). A espaldas del palacio nos encontraremos con un agradable jardín con buenas vistas de la ciudad.




Aunque no esté en pleno centro turístico, no podemos abandonar Marsella sin subir a la Basílica Notre Damme de la Garde… y decimos subir, porque se encuentra en la cima de un pico de 150 metros de altura. Subir en coche no resulta del todo sencillo, aunque subir a pie poco menos que asusta, teniendo en cuenta que si hace sol, que es muy probable, puede ser un auténtico infierno. Una vez alcancemos la cima, hay aparcamiento suficiente más o menos cerca del templo.
La Basílica, de estilo románico bizantino, es sin duda la estampa más característica de la ciudad, con esa piedra verde de Florencia que es una de sus señas de identidad. El interior, para nuestro gusto lo mejor, tiene dos partes: La cripta románica excavada en la roca; y la iglesia bizantina de maravillosa y sorprendente decoración con mosaicos y techos dorados, que nos dejará un buen rato con la boca abierta. La basílica permanece abierta de 7 a 19 horas aproximadamente y la visita es GRATUITA.




Después de un inicio del viaje bullicioso y cosmpolita, nos dirigimos hacia el sureste siguiendo la costa, rumbo al famoso parque Nacional des Calanques, buscando más tranquilidad y contacto con la naturaleza que nuestro perro siempre agradece, y alguna playita donde disfrutar de un buen baño. 





Los Calanques son una especie de rías o fiordos, de paisaje algo rudo pero muy bello, sometidas a un elevado nivel de protección por la gran amenaza de incendios que muchas veces lleva a las autoridades a cerrar los accesos. Por eso, si tenéis planeado visitarlas, es recomendable echar un ojo a alguna página web (p.e.: http://cg13.eway.fr/conditions.php), y comprobar el nivel de riesgo para ese día (naranja - riesgo bajo; rojo – riesgo alto; negro – riesgo severo prohibido el paso) y la posibilidad de acceder al Parque (del 1 de junio al 30 de septiembre). Nuestras mascotas deberán ir siempre atadas y por favor, llevad mucha agua porque tanto ellas como nosotros lo vamos a necesitar. Hace mucho calor!!!.También sería recomendable un buen calzado ya que el terreno es muy pedregoso y no hay forma de llegar por carretera, y por supuesto ropa de baño porque será imposible resistirse a un chapuzón en esas aguas tan cristalinas.



Una ruta muy popular y atractiva para recorrer a pie esta Parque Nacional es la que nos lleva a la Calanque y playa d´en Vau. Desde el aparcamiento de la Calanque de Port Miou, podemos tomar un pedregoso camino que nos llevará en unas dos horas a esta preciosa cala, pasando por otra pequeña cala en la Calanque de Port-Pin. Aunque el recorrido es un pelín duro por las cuestas, el calor y el terreno, no esperéis estar solos en la playa d´en Vau...



Se puede acceder a las Calanques bien por Marsella o bien por Cassis. Nosotros escogimos esta segunda opción por comodidad, por cercanía y porque Cassis es uno de esos pueblecitos pesqueros que tiene algo que lo hace irresistible para el turista. La zona del puerto, con esas casitas de colores en cuyos bajos encontramos restaurantes a cual más apetecible, el castillo dominando el pueblo, y como telón de fondo el Cap Canaille, uno de los acantilados más altos de Europa. 







Además en Cassis encontramos dos de las playas mas agradables (aunque de piedra) de la costa azul,
La Plage de la Grande Mer, junto al puerto. Y la playa de Bestouan, que es la que veis en esta foto





Precisamente en el Port de Cassis, podéis tomar uno de los cientos de barcos que recorren las Calanques por el mar, para tener otra visión totalmente distinta de este bello rincón natural. Y lo mejor de todo es que nuestro perro podrá navegar con nosotros!!! y sin pagar suplemento!!! Verdad que Francia mola? Kira disfrutó casi más que nosotros de la brisita marina… Se pueden contratar circuitos para visitar 3 calanques (45 minutos), 5 (una hora), 8 (una hora y media) o 9 calanques (1 hora 50 minutos) y las tarifas van desde 16€ a 28€ por persona. Los billetes se compran en el puerto, media hora antes de partir.




Sin abandonar el Parque Natural, siguiendo la línea de la costa, nos dirigimos a la población de la Ciotat. Si bien lo más rápido sería tomar la carretera D559, cogemos la llamada Route des Cretes que pasa junto al Cap Canaille y promete muy buenas vistas… a cambio de unas cuantas curvas eso si. Las vistas desde cualquiera de los miradores que vamos encontrando, son impresionantes, sobre todo hacia la zona que acabamos de visitar, Cassis y Les Calanques. 



Este panorámico trayecto finaliza en La Ciotat, donde encontraremos otra maravilla natural, la playa de Figuerolles en la Calanque del mismo nombre. El agua, el viento y la erosión han tallado un paisaje el roca rojiza que nos dejará pasmados.



Ahora ya si, dejamos atrás Las Calanques y continuamos rumbo Este recorriendo la Costa Azul francesa. Atravesaremos alguna poblaciones playeras como Saint Cyr sur Mer, Bandol o Tolón, hasta alcanzar la localidad de Hyeres. Desde su puerto podemos tomar un barco y realizar una visita muy recomendable a la isla de Porquerolles. El trayecto dura sólo veinte minutos y el precio del viaje ida y vuelta es de 19,50 euros, aunque podéis contratar interesantes packs que incluyen alquiler de bicicleta y comida.



La isla mide 7 kilómetros y medio de largo por 3 de ancho. En el norte se sitúan las preciosas playas de aguas cristalinas, el sur es más abrupto. Podemos combinar un paseo por el sur y un relajante baño en el norte (aunque habrá que estudiar como compaginarlo ya que el acceso a las playas está prohibido para nuestros perros). Cualquiera de las dos opciones nos resultará igualmente placentera.



Tomamos de nuevo la carretera D98 y, después de una hora de camino, alcanzamos la glamourosa población de Saint-Tropez. Cuando pensamos en Saint-Tropez se nos vienen a la cabeza imágenes de lujo, yates, tiendas caras… y si, eso nos encontraremos en esta pequeña localidad. Pero lo cierto es que la parte antigua tiene mucho encanto, y por supuesto la zona del puerto también merece ser visitada. Además nos dio la impresión de que aquí se cuida mucho a los perros, se les quiere y se les respeta y gusta sacarlos a la calle. Y eso hizo que Saint Tropez nos llegara más al corazón…



Lo cierto es que el pueblecillo se ve en nada, es bastante pequeño y manejable. Perdernos por sus callejuelas, visitar su casco histórico e incluso subir a la ciudadela (abierta de 10 a 18 horas. 2,50€) no nos supondrá más de dos o tres horas. Podemos tomar algo en los “chiringuitos” del puerto, que parecen salones de boda realmente, aunque al ojear las cartas puede que nos asustemos un poco.






Si de nuevo buscamos playa, estamos de enhorabuena. Muy cerquita de Saint Tropez se encuentran las famosas playas de Pampelone donde Bridget Bardot comenzó a poner de moda los bikinis allá por los años 50. En estas playas semivírgenes, frecuentadas por famosos que acuden en busca de sus cálidas aguas y exclusivos chiringuitos, por fin encontramos arena y en todas ellas podemos acceder sin problemas con nuestro perro. Pero a nosotros, más de andar por casa, nos apasionaron las playas de L´escalet, un poco más hacia el sur, donde hay menos aglomeración, es más fácil aparcar incluso sin pagar y el entorno es más idílico si cabe.




Hasta aquí la primera mitad de nuestro viaje por la Costa Azul francesa. En la segunda nos acercaremos a lugares tan emblemáticos como Cannes, Niza o Mónaco. No dejéis de visitarnos y dejarnos vuestros comentarios!!!