martes, 27 de octubre de 2015

EL ALGARVE EN CUATRO PASOS


DE TAVIRA A FARO


Empezamos nuestro recorrido por el Algarve portugués desde la preciosa localidad de Tavira, a poco más de treinta kilómetros de la frontera con España.

Tavira no es la típica localidad turística del Algarve, todo lo contrario, a pesar de encontrarse relativamente cerca de la playa, ha sabido conservar su arquitectura tradicional y sus monumentos históricos, que se remontan a la época romana.


 
La ciudad está dividida en dos por el río Gilao, aunque la parte más interesante es la que se encuentra a la izquierda del mismo. Desde el puente que hay junto al jardín público, hay unas preciosas vistas de la ciudad y del puente romano. Junto al jardín, la Plaza de la República es otro de los lugares con más encanto de la ciudad.



A la derecha de la plaza encontraremos los monumentos más interesantes de la ciudad como la Iglesia de Santa María do Castelo, los restos del castillo y el Convento de Gracia que ahora es una preciosa Pousada.
 


Desde Tavira podemos acercarnos a uno de los lugares más sorprendentes del Algarve: Pego do inferno. Si bien es cierto que hubo un incendio hace poco en esta zona y el acceso ha sufrido daños, estoy convencido que en breve volverá a ser lo que era, un lugar paradisíaco, una laguna de agua verde regada por una preciosa cascada en la que darse un baño que te hará sentir que estás en un país mucho más lejano y exótico. El acceso es un poco complicado, mejor llevarlo bien localizado y preparado porque no está muy bien indicado. Además podremos llevar a nuestra mascota sin problema.
 

 

Volviendo a Tavira, nos dirigimos hacia la zona de costa en busca de su isla, la Ilha do Tavira. Hay varias formas de cruzar la ría para acceder a las paradisíacas playas. Desde el pueblo de Santa Luzía, podemos tomar un barco que nos lleva a la costa. Pero hay otra forma más romántica y original. Un poco más adelante se encuentra el poblado de Pedras de El Rei desde donde sale un trenecito (1,90€ el trayecto) que te deja en la playa do Barril, una de mis favoritas del Algarve. El trayecto es precioso y la vuelta se hace marcha atrás ya que solo hay una vía de unos 60 cms…


Una vez llegas encontrarás una preciosa zona de tiendas y cafés, un restaurante, un curioso cementerio de anclas… y la playa!!! Lo mejor es andar un poco y disfrutar en soledad de un agua cristalina y una arena blanca que nos hará pensar que estamos en el Caribe.

 

De vuelta a Santa Luzía, veréis unos cuantos restaurantes dedicados al pulpo, con platos muy originales, no obstante estáis en la “capital del pulpo”.
 

 

Un breve trayecto nos lleva desde aquí a Olhao... Olhao es un pueblo que siempre ha estado unido a la pesca. De ahí que lo más interesante de esta población sea su barrio de pescadores y sus mercados (no sólo de pescado, también de carne y de verduras). Desde esta localidad también podemos acceder a fantásticas playas cogiendo un barco que nos lleve a alguna de las islas del Parque Regional de Ría Formosa.


A pocos kilómetros de Olhao se encuentra la capital del Algarve, Faro. A pesar de ser relativamente grande, Faro es una ciudad tranquila y acogedora. Con una importante actividad comercial y un atractivo centro histórico. Junto al puerto deportivo y hacia el interior encontraremos varias calles con infinidad de comercios y cruzando la plaza de Francisco Gómez llegamos a lo que llaman la Cidade Velha que se trata de la zona más antigua e interesante de la ciudad. Es muy interesante caminar sin prisa por sus callejuelas, atravesar los múltiples arcos o restos de la muralla que la delimitan y disfrutar de sus monumentos más importantes como la Catedral (ubicada en una preciosa plaza), el Palacio Episcopal o la Iglesia de la Misericordia.
 

 
 

Desde Faro podemos acercarnos a Estoi a 11 kilómetros con dos puntos de interés. Las ruinas romanas de Milreu, con un pequeño museo; y el Palacio de Estoi, una joya de arquitectura romántica. Actualmente el palacio se ha convertido en Pousada, pero no dejéis pasar la oportunidad de acercaros y tomaros un café en alguno de sus increíbles salones o en su terraza con vistas a sus artísticos jardines.
 


  
En la siguiente página, nos adentraremos más en esta comarca y disfrutaremos de alguna de las playas más maravillosas de la península.



DE FARO A ALBUFEIRA


Adentrándonos en esta zona del Algarve empezaremos a descubrir alguna de las increíbles playas que le han dado fama mundial. Desde Faro nos acercaremos a la lujosa urbanización de Quinta do Lago. Concretamente desde el lago que da nombre a la urbanización comienza un agradable paseo para realizar con nuestro perro, que discurre junto a una zona protegida de marismas. A unos pocos minutos nos encontramos con el puente de madera que nos llevará hasta la playa de Quinta do Lago. Las vistas sobre la marisma y la fauna de la misma merecen la pena, aunque la playa no es de las mejores de la zona.




Desde aquí, parando en la localidad de Almancil para visitar la iglesia de Sao Lourenço (una de las joyas del Algarve y obra maestra de la azulejería portuguesa), llegamos a Loulé. Si tenemos la suerte de visitarlo un sábado, disfrutaremos de un enorme mercado de comestibles y artesanía. Si no, podemos visitar igualmente el precioso edificio del mercado de estilo árabe. Además de los restos de la muralla, el castillo y el Museo Municipal.
 
 
 
Al norte de Loulé, si nuestra mascota es andarina, encontraremos multitud de senderos en la zona conocida como Fonte Benémola.

Volviendo a la costa, podemos visitar Vilamoura y su puerto deportivo o marina, que es digamos el Puerto Banús portugués, así que ya os hacéis una idea de lo que os podéis encontrar: Yates, lujo, tiendas de diferentes estilos… Aún así, merece la pena darse una vuelta y verlo.
 
 
Justo al lado de la Marina, comienza la larguísima playa de Falesia que, si bien por esta parte no tiene mayor atractivo, a medida que te acercas a la localidad de Olhos del Agua, sus acantilados y su color rojizo te dejarán boquiabierto. Esta es una de las playas más famosas y originales del Algarve y que no se debería perder ningún turista que viaje por esta zona. Justo por encima de los acantilados hay multitud de caminos para pasear con nuestra mascota y disfrutar de las increíbles vistas.

 
 
Desde Falesia alcanzamos la localidad de Olhos del Agua, ya dentro del concejo de Albufeira donde encontraremos preciosas playas y calas de arena, mucho menos concurridas y abarrotadas que las de esta famosa localidad, como las de María Luisa o Santa Eulalia.  


Y finalmente llegamos a Albufeira, la cuidad más turística sin duda de todo el Algarve, y seguramente la más famosa. Hay que decir que está muy orientada al turismo inglés, que es el que abarrota sus calles y hoteles en verano sobre todo. A pesar de ser un poco caótica con tanto turista fiestero, tanta tienda hortera y tanto apartamento vacacional, la zona antigua tiene cierto encanto y las playas. Para nosotros, lo mejor son sus playas y el paseo mar. Aquí está prohibido aburrirse.


En la próxima etapa visitaremos playas increíbles y mucho menos concurridas que os enamorarán igual que han hecho con nosotros.
 
DE ALBUFEIRA A PORTIMAO

 

A pocos kilómetros de Albufeira, dirección Portimao se encuentra la playa de San Rafael, playa de arena fina y preciosas formaciones rocosas, lo que va a ser un clásico en esta tercera etapa por el Algarve portugués. En temporada alta suele estar muy concurrida.
 

Desde la Playa de San Rafael, es muy recomendable por no decir obligatorio, tomar uno de los caminos que discurren al borde de los acantilados. El agua y el viento han erosionado la zona creando increíbles paisajes de tonos ocres, amarillos, rojizos… Un deleite para la vista.
 
 


Un par de horas de caminata y cruzaremos maravillosas playas como Coelha, Castelo, Evaristo y Manuel Lourenço, hasta llegar al enorme arenal de Playa Galé que se extiende hasta la localidad de Armaçao de Pera. Esta zona es una de mis favoritas y además todo este paseo lo podemos realizar perfectamente junto a nuestro perro, que disfrutará tanto como nosotros (más es imposible). 

 
 
 
Desde la playa de Galé podemos añadir un extra de esfuerzo y acercarnos a la cercana Laguna de Salgados por una pasarela de madera y disfrutar de la riquísima variedad de aves que allí anidan.



Cambiando de tercio y yendo hacia el interior, nos acercaremos a la localidad de Alcantarilha para ver su famosa Capela dos Osos (una capilla realizada con huesos humanos, de las que veremos muchas en Portugal…) y visitar el curioso y sorprendente Festival Internacional de Escultura en Arena (FIESA) que se monta aquí todos los años, cada uno con un tema diferente. Este año “tocaba” Música. Mi consejo es visitarlo al final de la tarde y así contemplar las figuras con la luz natural y ya de noche con la luz artificial. El precio de la entrada es de 9€.

 


 
De nuevo volviendo a la costa, pasado Armaçao de Pera, es aconsejable disfrutar de playas tan atractivas como la de Nuestra Senhora da Rocha, la Praia da Marinha (considerada para las publicaciones especializadas como una de las tres playas más bellas de Europa) o la playa de Carvalho, mi favorita de toda la zona. Espectacular!!!!.
 


Igualmente podemos ir de una playa a otra caminando por el borde del acantilado y siempre seremos recompensados con increíbles vistas y más de una sorpresa…
 


 
Cruzando infinidad de urbanizaciones, llegamos hasta Carvoeiro, un pintoresco pueblecito pesquero ahora un foco turístico, con montón de tiendas y restaurantes, en el que se encuentra el Algar Seco, un precioso paraje en el que la erosión ha creado extraordinarias formaciones rocosas.


 

 
Finalmente llegamos a Portimao, una gran ciudad portuaria (es el tercer puerto de Portugal en importancia) orientada sobre todo al turismo y en la que no hay mucho que destacar a excepción de sus centros comerciales. Lo mejor es acercarse a Praia da Rocha, uno de los más importantes núcleos turísticos, aunque un poco venido a menos. La playa es preciosa, con todos los equipamientos necesarios y más, avenidas plagadas de restaurantes y tiendas y un puerto deportivo moderno y atractivo.




Desde este puerto deportivo se puede tomar un barco que, para variar un poco, no nos va a llevar al mar, sino que va a remontar el río Arade hacia el interior y después de un bonito recorrido, arribará junto a la preciosa ciudad de Silves, encaramada a lo alto de un cerro y en la que destaca el castillo árabe de un curioso color rojo y la catedral.




Aunque el mejor punto y seguido a esta ruta por el Algarve lo podemos poner en la cercana Playa de Vau, un arenal extenso con un agua tranquila y cristalina y unas preciosas vistas hacia ambos lados. Ahora solo hay que tumbarse, relajarse, dejar pasar el tiempo y esperar a que vengan a ofrecernos una bolinha (bollo típico parecido a un donus relleno) para rematar la jornada…
 

 

 
DE PORTIMAO A SAGRES

Continuamos descubriendo el Algarve portugués desde Portimao hasta el fin de esta comarca, de la Península Ibérica, y por tanto de Europa, en Sagres. Junto a Portimao se encuentra la bella localidad de Alvor, junto a una ría, de la que merece la pena destacar su Igreja Matriz, las callejuelas de su centro histórico con montones de restaurantes donde comer buenas sardinhas y buen pescado en general y su gran playa con buena oferta hotelera. Sin embargo si pasáis por este pueblo, no dejéis de dar un paseo con vuestro perro por las nuevas pasarelas de madera que transcurren junto a la ría (sobre todo al atardecer), ni os perdáis la playa de Tres Irmaos con preciosas formaciones rocosas, túneles… un espectáculo.
 

 

Desde Alvor un corto trayecto nos acerca a Lagos, una de las ciudades más atractivas y con más historia del Algarve, no obstante fue capital de esta región durante dos siglos. En un breve paseo por esta localidad descubriremos los restos de su muralla y castillo de los Gobernadores, la fabulosa iglesia de San Antonio, la plaza de la Constitución y las calles de la ciudad vieja. Además de echar un vistazo a sus preciosas playas como la de los Estudiantes, la de Pinhao y, como no, la Playa de Santa Ana.
 

Pero antes de abandonar Lagos, es obligatorio acercarse a la zona conocida como Ponta da Piedade. Desde lo alto de los acantilados, las vistas son espectaculares ya, pero lo mejor es hacer un poco de ejercicio y bajar las escaleras que nos llevan junto al mar. Peñascos que parecen clavados en el mar e impresionantes grutas en un agua transparente, hacen de este punto un lugar inolvidable. Al final de las escaleras, hay un improvisado embarcadero donde se recomienda tomar una de las barcas que nos darán un agradable paseo por la costa… aseguraos de llevar la batería de la cámara bien cargada.

 

Y por fin llegamos al final del trayecto, la localidad de Sagres. Realmente es una población que no tiene mucho que ver, es más el hecho romántico de ser el último pueblo de Europa (y durante mucho tiempo el fin del mundo conocido) y el ambiente surfero lo que le han hecho famoso. Es interesante su Fortaleza, con una iglesia en su interior y la conocida “rosa de los vientos”. Para nosotros, lo mejor, sus playas. A la izquierda Martinhal, más tranquila y familiar; y a la derecha Beliche, un hito para los surferos y una playa de espectaculares acantilados para todos.
 

 
Desde aquí, hacia el norte ya continúa la costa algarviana hasta unirse con el Alentejo. El paisaje cambia por completo y las tranquilas aguas del sur dan paso a un mar mucho más embravecido. Aún así hay preciosas playas que merecen una visita como la playa de Arrifana o la curiosa playa fluvial de Ocedeixe.
 

 
El mejor punto y final lo podemos poner, sin duda, en el Cabo de San Vicente, a 3 kilómetros de Sagres. Junto a su faro y a la vieja fortaleza de Beliche, podemos sentarnos y disfrutar de uno de los mejores atardeceres del mundo según dicen… si te lo parece, no te reprimas y aplaude al sol!!!


 

 
 
 

 

domingo, 11 de octubre de 2015

5 DÍAS POR EL LOIRA DE LOS CASTILLOS


Si te planteas hacer un viaje más especial de lo normal y conocer uno de esos lugares que te van a dejar marcado durante mucho tiempo, tu primera opción puede ser fácilmente el Valle del Loira en Francia. Una zona de arquitectura única, grandiosa y en ocasiones abrumadora, y unos paisajes de belleza espectacular. Con ese toque francés, esa atención a los detalles y ese mimo por el turista que cuando menos deberíamos admirar si no somos capaces de “imitar” en nuestro país. Y por supuesto con esa amigabilidad hacia nuestras mascotas, que tanto envidiamos los españoles.
 
 


 

Como introducción comentaros que el Loira es el río más largo de Francia (más de 1000 caudalosos kilómetros), el único río salvaje del país galo (no encontraremos ninguna presa en toda su longitud) y que tradicionalmente ha supuesto la línea de separación entre el Norte y el Sur del país. Esta zona está catalogada como Patrimonio de la Humanidad y como os resultará, supongo, muy complicado visitar los más de 200 chateaux incluidos en esta área, os proponemos una visita – guía para realizar en unos cinco días en la que os intentaremos ayudar seleccionando los que, por un motivo o por otro, no puedes perderte (personalmente prefiero ver menos pero dedicándoles tiempo, que ir el plan “japonés”). Ya os digo que cualquier parecido con los castillos medievales que todos conocemos será pura coincidencia. Estas construcciones, lejos del carácter defensivo de sus inicios, se transformaron en opulentos palacios que dan muestra de la riqueza de la realeza y aristocracia francesa de los siglos 16 y 17. En muchos de ellos podréis disfrutar además de unos jardines absolutamente idílicos que por sí solos ya merecerían una visita y que hacen de este viaje un auténtico deleite para los sentidos.

 
Después de recorrer la zona, consideramos que una base perfecta para establecer el “campamento” durante estos cinco días sería la ciudad de Amboise. Además de estar situado en un lugar estratégico al tener al alcance de la mano (menos de 100 kms) los principales chateaux de la zona, esta ciudad medieval goza de una belleza indudable, al ser pequeña resulta más “manejable” y sin embargo, dispone de oferta suficiente tanto de alojamiento, como de tiendas y restaurantes. Después de un duro día de turismo, regresar a la ciudad de Amboise, siempre resulta reconfortante por su carácter tranquilo y acogedor.
 
 
Llegar a Amboise desde Madrid supone recorrer más de 1.000 kms (concretamente 1.061 kms), por lo que si se dispone de un par de días extras es muy recomendable hacer una escala. En nuestro caso optamos por visitar Burdeos a la ida y Biarritz de regreso. En ambos casos creo que no pudimos elegir mejores opciones. Viajar por las autopistas de Francia, exceptuando algunos puntos conflictivos y los palos que nos da al bolsillo, es un placer. Los kilómetros pasan solos (el límite de velocidad suele ser de 130 km/h) y tenemos auténticas áreas de servicio y descanso con todos los servicios imaginables a cada paso, algo que echamos mucho de menos en nuestras autopistas.



PRIMER DÍA: MADRID – BURDEOS

686 KMS – Aproximadamente 6 horas y media de coche (con breves paradas).

Burdeos es la capital de la región de la Aquitania y la quinta ciudad en importancia de toda Francia. Una ciudad poco valorada hasta hace poco teniendo en cuenta el excepcional conjunto histórico y los monumentos que alberga (por ese motivo fue apodada “la bella durmiente”), lo que le ha llevado a ser desde el año 2007 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además de esto, la ciudad es conocida mundialmente por sus viñedos.




Aunque es una ciudad bastante grande, un día bastaría para recorrer las zonas y monumentos más representativos de la ciudad. Entre ellos, y el mejor lugar para comenzar a recorrer la ciudad, estaría la plaza de la Bolsa (Place de la Bourse), el emblema de la cuidad. Se trata de una gran plaza en forma de medio arco, enmarcada por los edificios del Palais de la Bourse y el Hotel des Fermes y rematada en el centro con la preciosa fuente de “las tres gracias” y a la que, en 2006, le añadieron el famoso “miroir d´eau”, el espejo de agua más grande del mundo que alterna efectos de niebla y espejo. Especialmente recomendable disfrutar de esta plaza cuando ya ha caído el sol.


 
Desde la plaza, podemos continuar hacia el sur, junto al río de la Garona, hasta encontrarnos con Porte Cailhau. Esta torre de 35 metros fue construída en 1494 y en sus laterales podemos ver que formaba parte de la muralla de la ciudad, ahora exenta.
 

Si atravesamos Porte Cailhau dejando el río atrás, alcanzaremos, después de dejar a mano derecha un puñado de encantadoras calles a las que dedicarles un poco de atención, la catedral gótica de Burdeos (levantada en honor a San Andrés). De origen románico, de la construcción original sólo se pueden apreciar los muros interiores de la nave principal. Destacan sobre todo los laterales y la fachada norte con la Puerta Real que data del 1250, así como la torre cuadrangular situada junto al edificio principal y rematada con una estatua de la Notre Dame de Aquitania.
 
 


Dejando la fachada de las dos torres a nuestra espalda, podemos continuar por la comercial rua Vital Charles hasta desembocar en Cours de l´intendance y girar hacia la derecha para encontrarnos con el edificio de la Opera de Burdeos. De estilo neoclásico, destaca su pórtico de 12 columnas rematadas con 12 estatuas: Nueve musas y tres diosas, Juno, Venus y Minerva. Los afortunados que acudan a ver algún espectáculo, descubrirán además un interior espectacular.
 
 

Frente al edificio de la Opera, llama la atención el Grand Hotel de Burdeos. A la derecha de este y atravesando la Rue Mautrec llegaremos a una placita en la que encontraremos la encantadora Eglise Notre Dame.
 

Volviendo al edificio de la Opera, si continuamos a su izquierda, llegaremos a la Place des Quincoces en la que destaca el espectacular Monument aux Girondins. Un conjunto de esculturas que exalta los valores de la República.
Si seguimos adelante y tomamos la Course de Gourgue, nos toparemos con el Jardín Público de Burdeos. Un maravilloso jardín al que dedicarle un par de tranquilas horas y que nuestra mascota se relaje después de tanto estrés caminando por la ciudad al tiempo que nosotros disfrutamos de la flora y los árboles cuidados con tanto mimo.


Como colofón, ¿qué tal un paseo por la animada Rue Saint-Remi y aledañas? En ellas nos encontraremos restaurantes de todo tipo a cual más atractivo. Pero mi consejo, nos os vayais si tomaros unas buenas crepes…
 
 
 
SEGUNDO DÍA: BURDEOS – AMBOISE

381 KMS – Aproximadamente tres horas y media (para ahorraros la autopista se puede tomar la carretera que va a Angouleme, en muy buen estado también, pero muy transitada por camiones).

 


Además de por su situación estratégica como base para conocer algunos de los más importantes castillos del Loira, motivos no faltan para acercarse a esta ciudad y disfrutar de unos días de estancia. Históricamente fue morada de reyes, aquí nació el rey Carlos VIII y vivió entre otros el rey Francisco I, en esta ciudad pasó sus últimos años ni mas ni menos que Leonardo da Vinci (invitado precisamente por el rey Francisco I). Arquitectónicamente Amboise es una ciudad llena de encanto su castillo, su torre del reloj, la mansión donde vivió Leonardo y en sus calles además podremos disfrutar de bellos ejemplos de casas de madera típicas de esta zona. Por si fuera poco, el domingo tenemos uno de los mejores mercadillos de la zona; junto al río podemos encontrar agradables paseos para disfrutar de las vistas de la ciudad con nuestra mascota… y hasta una pagoda!!!.

 
 
 
Para empezar la visita a esta ciudad, y dado que es la ruta de los castillos, nada mejor que empezar por ahí, por el Castillo de Amboise: 
Abierto todos los días del año, excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre
El precio de la entrada es de 10,90€ (incluye el folleto guía)
Perros: la entrada está permitida, en el exterior hay que llevarlo con correa y al interior del castillo sólo puedes acceder si lo llevas en brazos.
 
 
 
El castillo de Amboise se levanta imponente sobre una orilla del Loira. La entrada se realiza por la puerta que se encuentra en la calle principal de la ciudad (hay un pequeño aparcamiento a los pies del castillo, de pago claro). Una vez pasamos por la taquilla, nos encontramos con los maravillosos jardines del castillo. A la izquierda, una pequeña capilla a Saint Hubert, de decoración maravillosa decoración gótica tardía, guarda la tumba de Leonardo da Vinci (perderá mucho romanticismo que os lo cuente, pero la tumba está vacía, fue profanada en una revuelta). Aún así, además del valor histórico, es una maravilla.

 
 
Salimos de la capilla y podemos acercarnos a las murallas y disfrutar de las vistas, sin prisa, el tiempo se ha detenido. Hacia el río, hacia la ciudad… el enclave no puede ser mejor.

 
Entramos en el castillo, no me quiero enrollar mucho con todas las estancias porque esto sería interminable, para mi gusto destaca sobre todo la sala del Consejo. Disfrutad contemplando los techos, los remates de las columnas, mobiliario, tapices…

 
 
Al terminar la visita al castillo, de nuevo salimos a los jardines. Nos encontramos en primer lugar con la “terraza de Nápoles”, bordeada de tilos y detrás los jardines paisajísticos entre los que destaca el espectacular cedro del Líbano. También encontraremos como no podía ser de otra manera, un bello busto de Leonardo da Vinci.

 
Después de visitar el castillo, estaría bien dar una vuelta por el pequeño núcleo histórico de Amboise. Las calles Victor Hugo y Nationale (con su famosa torre del Reloj) son las arterias principales de esta pequeña ciudad. En ellas encontraréis, además de las típicas viviendas de madera de la zona, una gran oferta de tiendas de productos típicos (dulces, rilletes, patés…) y montón de restaurantes. Una recomendación: un heladito en Amorino (lo preparan de forma muy curiosa) y un vistazo a la chocolatería Bigot. En la calle Victor Hugo casi todos los restaurantes disponen de terraza para sentarte con tu mascota e incluso en L´Echanson puedes comer en el local muy bien acompañado…

 
Para bajar la comida, podemos echar una horita andando y cruzar el Loira hacia la Ile D´or con un agradable paseo que rodea la isla por completo, para que nuestro perro estire las patas mientras nos deleitamos con las vistas de la ciudad.

 
Como vamos a pasar varios días en esta ciudad, podemos dejar la visita al Castillo de Clos Lucé para otro día. Más que un castillo en sí, se trata de la mansión en la que vivió Leonardo da Vinci los tres años que pasó en esta ciudad hasta su muerte (2 de mayo de 1519). Lo más interesante se encuentra en sus jardines, en los que se han instalado algunas maquetas y piezas de ingeniería del genio italiano.

TERCER DÍA: CHAUMONT – MONTRESOR – LOCHES

17 KM – De Amboise a Chaumont (15 minutos en coche)

En nuestro tercer día de viaje, segundo en la comarca del Loira, vamos a dedicar la mañana a disfrutar del Castillo de Chaumont y sobre todo del Festival Internacional de los Jardines que se celebra anualmente en el recinto del castillo (entre abril y noviembre):

 


El castillo está abierto todos los días del año, excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre
El precio de la entrada es de 11€ para el castillo y de 12,50€ para el Festival (se pueden comprar entradas combinadas).
Los animales no están permitidos en el interior del castillo, pero sí podemos llevarlos a ver el Festival de Jardines.

 
Si no disponemos de mucho tiempo, desde mi punto de vista es preferible gastarlo visitando los jardines que el interior del Castillo. Eso si, vamos a tirarnos toda una mañana paseando boquiabiertos por los Jardines. Este Festival es un auténtico deleite para los sentidos, mas de un centenar de jardines que se convierten en obras de arte elaboradas por genios paisajistas, arquitectos o jardineros. Encontraremos especies únicas, increíbles, creaciones a cual más innovadora, jardines con niebla artificial, ideas novedosas que han hecho de este Festival un referente mundial.

 
 
Junto al recinto de los jardines del Festival y cruzando la carretera llegamos a una nueva zona de jardines que llaman Pres du Gualoup, donde volveremos a disfrutar de curiosas creaciones paisajistas inspiradas en este caso por los jardines chinos… y nos dejamos llevar por la paz y la meditación…

 
Y por si nos hemos quedado con ganas de más, a la derecha del castillo se encuentra el Parque Histórico, 21 hectáreas más para pasear y disfrutar de excepcionales vistas, obras de arte, la torre del agua y el curioso cementerio de perros de la princesa de Broglie. No será raro si además nos cruzamos con algún ciervo…

 
La visita al interior del castillo la dejamos en función del tiempo y las ganas que tenga el visitante.
 

46 KM – De Amboise a Montresor (unos 40 minutos)
18 KM – De Montresor a Loches (16 minutos)
36 KM – De Loches a Amboise (34 minutos aproximadamente)

Por la tarde, visitaremos en primer lugar la pequeña y encantadora villa de Monstresor. A pesar de no disponer de un gran castillo, ni grandes monumentos, descubrir los preciosos rincones de esta comuna francesa nos dejará un muy buen sabor de boca.
 
 
Incluida en la lista de “las más bellas villas de Francia”, habría que destacar sobre todo la fortaleza medieval que fue levantada en el siglo 11 y la colegiata de San Juan Bautista. Desde esta colegiata os recomiendo coger una callejuela que baja hacia el río de L´Indrois, cruzar el puente y tomar el camino por la ribera que recorre todo el pueblo. Encontrareis rincones para hacer unas fotos de concurso y unos paneles os explicarán la importancia del río en la historia del pueblo.

Desde Montresor, un pequeño trayecto en coche y llegamos a Loches. Pequeña ciudad medieval que conserva la torre del Homenaje más alta y antigua de Europa.

Propongo aparcar junto al jardín público y atravesando este para que nuestro perrillo estire las patas y haga sus cosas, llegar a Porte de Cordeliers, una de las puertas de entrada al centro histórico y junto a la cual hay una bella vista para fotografiar. Esta puerta tiene dos puentes levadizos que atraviesan el canal.

Un recorrido circular para visitar lo más interesante de esta ciudad nos llevará desde aquí a la Torre de San Antonio, antiguo campanario de una iglesia, y siguiendo los restos de la muralla hasta otra magnífica puerta (Porte Picois) por la que accederemos a la plaza en la que se encuentra el ayuntamiento.

Subiendo llegaremos a la Puerta Real de acceso a la ciudadela. En el interior no podemos irnos sin visitar la Colegiata de Saint-Ours de un estilo mixto entre románico y gótico y el pequeño parquecito anexo a ella. Y por supuesto contemplar la Torre del Homenaje comentada anteriormente, de 36 metros de altura, que fue cárcel desde el siglo 15 hasta 1926 que dejó de serlo.

 
 
Detrás de la torre podemos tomar un camino junto a las murallas que nos llevará de vuelta a la zona en la que habíamos dejado el coche. Regresamos a Amboise a reposar y prepararnos para un nuevo día en el Loira.


CUARTO DÍA: VILANDRY – AZAY LE RIDEAU – USSE – LANGEAIS
 

60 KM – De Amboise al Castillo de Vilandry (tres cuartos de hora en coche)
11 KM – De Vilandry a Azay le Rideau (13 minutos)
15 KM – De Azay al Castillo de Usse (unos 20 minutos)
15 KM – De Usse a Langeais (otros 20 minutos)
64 KM – De Langeais a Amboise (45 minutos)


En este tercer día en el Loira disfrutaremos de uno de los platos fuertes del viaje. La visita al Castillo de Vilandry, conocido sin duda por la belleza y frondosidad de sus jardines. Esta fortaleza fue propiedad de la familia Breton durante más de dos siglos, fue comprado a principios del 19 por Napoleón y el 1906 la familia Carvallo lo adquirió y dedico enormes cantidades de dinero y tiempo para crear el que es considerado el jardín mas hermoso de Francia. Unas cuantas horas nos llevará descubrirlo. Sin prisa, el día acaba de empezar y tenemos mucho tiempo por delante.

 
Abierto todos los días del año.
El precio de la entrada es de 10€, para castillo y jardines y de 6,5€ sólo los jardines.
Perros: la entrada está permitida, en el exterior hay que llevarlo con correa y al interior del castillo sólo puedes acceder si lo llevas en brazos o en una bolsa (perros pequeños)

El folleto que te dan junto con la entrada es bastante interesante, pero os recomiendo descargaros la App gratuita del castillo en castellano y disfrutar de unas explicaciones más detalladas sin tener que retirar la vista del paisaje. Además en el folleto encontraréis un necesario plano con la ruta marcada en rojo para que no os perdáis nada.

 
Lo más espectacular para mi gusto, además de las vistas desde el mirador claro está, es la huerta. Nueve cuadrados idénticos, con motivos geométricos y verduras y hortalizas organizadas por colores creando un tablero multicolor increíble.


El jardín del Agua, de inspiración clásica, en la parte más alta de la propiedad es otro lugar al que dedicarle bastante tiempo, bien para descansar, para tomar fotos o para meditar.

El jardín decorativo, junto al huerto pero en una zona superior, es otra de las maravillas de estos jardines que jamás olvidaréis.
 


Desde Vilandry, nos plantamos en un suspiro en la villa de Azay-le-Rideau. En él se encuentra el castillo del mismo nombre, una de las mayores decepciones de este viaje. El verdadero interés de esta visita está en la arquitectura renacentista del castillo y en cómo se integra en la belleza del entorno. Actualmente la mansión se encuentra en restauración y todo él se encuentra envuelto en plásticos y andamios, así que lo único que podemos ver del caramelo es el horrible envoltorio. Eso si, la entrada (nada económica) hay que pagarla igualmente y no contempla ningún descuento a pesar de que lo que vamos a ver son unas obras… y no de arte.
 


Abierto todos los días del año.
El precio de la entrada es de 6,5€.
Perros: la entrada está permitida, en los jardines con correa y al interior del castillo sólo puedes acceder si lo llevas en brazos.

 
El interior, aunque interesante, no merece por si solo el precio de la entrada. Destacaría la gran escalera con una rica decoración gótica y adornos renacentistas, y las zonas nobles: aposentos y salas.
 
 

El pueblo merece un pequeño paseo, sobre todo por las calles aledañas al castillo.

Otro pequeño trayecto en coche y llegamos al Castillo de Usse o, para muchos, el Castillo de la Bella Durmiente. Según la tradición del pueblo, Charles Perrault se inspiró en este chateau cuando escribió su famoso libro. También dicen que inspiró a Walt Disney para recrear los palacios de sus dibujos…

El castillo construido en piedra tiene un aspecto muy pintoresco. El precio de la entrada se nos antoja un poco excesivo teniendo el cuenta el horrible gusto y el poco interés en la decoración y recreación de los interiores. Ya es cuestión de gustos y de tiempo el dedicar unas horas a la visita de este castillo. Nosotros desde luego no lo vamos a recomendar, aunque acercarse y verlo desde fuera nunca está de más.  

Abierto de mitad de febrero a mitad de noviembre.
El precio de la entrada es de 14€.
Perros: Permitidos en cualquier parte del castillo (exterior e interior).

 Para finalizar la jornada, nos acercamos a la población de Langeais y visitamos su castillo, la fortaleza de piedra más antigua de Francia. Está muy bien conservado y destaca por su puente levadizo, por sus enormes muros de piedra y sus chimeneas.

 

El castillo está abierto todos los días del año, excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre
El precio de la entrada es de 9€.
Perros: Están permitidos siempre que vayan sujetos con correa.

En el interior podemos visitar sus quince aposentos y en el exterior disfrutar de su jardín de inspiración medieval (no os dejéis sin visitar la cabaña en uno de los impresionantes árboles del jardín).

 
La visita al castillo no os llevará más de hora u hora y media, así que hay tiempo para dar un paseíto por las calles aledañas al castillo dotadas de mucho encanto y alguna que otra sorpresa.
 
 
Si hace buen día y os apetece una comida campestre, a la salida de Langeais dirección Tours, hay un área recreativa muy bien cuidada y dotada en el pueblo de Saint Etienne de Chigny.

Y ya es hora de regresar a Amboise y reponernos de una dura jornada.
 
 

QUINTO DÍA: BLOIS – CHEVERNY – TOURS
 

35 KM – De Amboise a Blois (unos 35 minutos)
16 KM – De Blois a Cheverny (16 minutos)


Se despierta un nuevo día en Amboise y muchas ganas de disfrutar de otra maravillosa jornada de turismo por estas tierras galas. En este caso tuvimos que dejar a Kira en casa ya que en algún monumento de los que se visitan, no permiten su entrada.

Una de las mayores y mejores sorpresas del viaje fue conocer y descubrir la maravillosa ciudad de Blois, junto al Loira. El patrimonio artístico y arquitectónico es enorme y perfectamente podríamos dedicarle un día entero, pero como no disponemos de tanto tiempo, lo principal sería acercarnos al castillo y dejarnos sorprender por su increíble mezcla de estilos

 


El castillo está abierto todos los días del año, excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre
El precio de la entrada es de 10€.
Perros: Desgraciadamente no está permitida su entrada.
 
Una vez que cruzamos la zona de taquillas, la vista es sorprendente. Nos encontramos en el patio interior del castillo, cada ala completamente diferente de la otra. Hay un ala de estilo gótico, otro del renacimiento, otro ala de estilo clásico y una más de gótico flamígero. Destaca sobre todo la escalera exterior helicoidal del ala renacentista. Junto al ala gótico flamígera encontramos la capilla de Saint Calais y junto a la capilla un acceso a la torre de Foix, con unas preciosas vistas sobre la ciudad, la iglesia de San Nicolás y el río Loira.


En el interior del castillo también hay mucho que ver. Empezamos por la Sala de los Estados, con un techo espectacular. La sala del Rey, la Galería de la Reina, la habitación de la Reina con su oratorio, la habitación del Rey y la Sala del Consejo son nuestras estancias favoritas.


Justo en frente del Castillo Real de Blois se encuentra la Maison de la Magie (casa de la magia), para fans del arte mágico y de Houdini. Y aún no siéndolo, cada hora en punto podemos disfrutar de una curiosidad… ver un grupo de dragones saliendo de las ventanas de la mansión.


Una vez bajamos del recinto del castillo, nos encontramos con los preciosos jardines de Augustin Thiery, con árboles monumentales y la iglesia de Sant Vicent. Este Jardín es uno de los lugares con más encanto de Blois.

A la izquierda de este jardín, cruzamos una calle y nos encontramos con otro, el Jardín de Roy, cuya riqueza botánica está en un segundo lugar, ya que las vistas del castillo y de la ciudad al fondo es lo que más nos va a llamar la atención. Desde este lugar podremos apreciar bien la monumentalidad de esta ciudad.


Y hacia esa parte nos dirigimos ahora, después de callejear un poco y disfrutar cotilleando algunos escaparates de delicatesen, alcanzamos la catedral de St. Louis, gótica del siglo 17 en la que destacaría su conjunto de vidrieras.

 
Detrás de esta la plaza en la que se encuentra el ayuntamiento. Y un poco más adelante, los antiguos jardines del Arzobispado, preciosos. Se componen de tres partes que sólo con sus nombres ya invitan a acercarse y disfrutar: la rosaleda, el jardín de los sentidos y el jardín aromático.


Como veréis, hay motivos más que suficientes para dedicarle unas horitas a esta maravillosa ciudad a orillas del Loira.
 
Pero aún nos queda mucho por ver, así que cogemos el coche y nos dirigimos al castillo de Cheverny:
 
El castillo está abierto todos los días del año.
El precio de la entrada es de 10€ (incluye un interesantísimo folleto explicativo).
Perros: No está permitida su entrada.

El castillo de Cheverny es uno de los más famosos del Loira, entre otras cosas porque Hergé, el autor de las aventuras de Tintín, se inspiró en él para crear el Castillo de Moulinsart (de hecho una parte es prácticamente idéntica). Aparentemente más que un castillo tiene aspecto de mansión, con una fachada simétrica adornada con bustos romanos y los tejados coronados por cúpulas.

 
La propiedad pertenece a la misma familia desde hace más de seis siglos y, de hecho, siguen viviendo en él (en los aposentos del ala derecha). La parte que nosotros visitamos posee una decoración suntuosa y tanto mobiliario como accesorios están dispuestos como para entrar a vivir ya mismo. Nos encantaron la escalera de honor, los aposentos privados, la capilla y el gran salón.

Saliendo del castillo por la fachada norte, nos dirigimos hacia el Invernadero por el Jardín de los Aprendices, de diseño clásico y al tiempo contemporáneo. En el Invernadero, hoy una agradable cafetería, se dice que estuvo “escondida” la famosa Mona Lisa durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde aquí podemos dar una vuelta por el Parque del Castillo con enormes alfombras de césped perfectamente cuidado, salpicados por bellos ejemplares de Tilos, secuoias y cedros.

Dirigiéndonos hacia la salida, no podemos marcharnos sin visitar el colorido huerto, de donde salen las flores que decoran el castillo; y la perrera que acoge a más de cien ejemplares de perros franceses tricolores. Si tu visita coincide con las cinco de la tarde, no debes dejar pasar la oportunidad de ver cómo dan de comer a los animales… un espectáculo.


Desde Cheverny regresamos a Amboise para recoger a nuestra mascota, que nos estará echando de menos.

Para la tarde, y dada la cercanía a nuestra ciudad de Amboise, podemos optar por visitar la cuidad de Tours, conocida por sus vinos y donde dicen que se habla el francés más perfecto.
 

25 KM – De Amboise a Tours (una media hora en coche)

 
Aunque Tours es una ciudad bastante grande (llegó a ser capital de Francia), lo más importante del centro histórico lo podemos ver en unas pocas horas. Podemos dejar el coche en el parking de la Bibliothéque, junto al Loira, que es grande y gratuíto. Desde ahí nos dirigimos al Chateau, que tiene poco que ver, y sobre todo a la Catedral de Tours. La Catedral, de estilo gótico, nos impresionará por su altura, sensación que aumenta por la estrechez de sus naves. La fachada tiene una decoración riquísima y está rematada con un enorme rosetón. En el interior destacan sobre todo las vidrieras, el coro del siglo 13 y el órgano de madera.

 
Junto a la catedral encontramos el Museo de Bellas Artes. Si subimos por la Rue Jules Simon hasta el Boulevard Heurteloup, llegaremos a la oficina de turismo y un poco más adelante a la monumental plaza de Jean Jaurés, con el edificio del Ayuntamiento y del Palacio de Justicia. Entre ellos dos discurre la Rue Nationale, llena de tiendas y muy animada. A la izquierda podemos tomar la Rue des Halles y contemplar la Basílica de Saint Martin. Pero lo más interesante de Tours nos espera en la Place Plumereau y su entorno, donde podremos ver numerosas casas y edificaciones del siglo 15, con sus características estructuras de madera. La plaza es un constante bullicio, pero también nos podemos perder por las callejuelas cargadas de historia que parten de ella.


Y es hora de volver a Amboise y prepararnos para la última jornada en el Loira… y seguramente la más deseada.

  
 
SEXTO DÍA: CHENONCEAU – CHAMBORD
 
16 KM – De Amboise a Chenonceau (20 agradables minutos en coche)
Sin duda hemos dejado lo mejor para el último día. En este quinto día en el Loira vamos a descubrir los que son, con toda probabilidad, los iconos de este viaje: El castillo de Chenonceau y el de Chambord. Por la mañana visitaremos el primero.
 
El castillo está abierto todos los días del año.
El precio de la entrada es de 12,50€ (incluido necesario e interesantísimo folleto).
Perros: la entrada está permitida, en el exterior hay que llevarlo con correa y al interior del castillo sólo puedes acceder si lo llevas en brazos o en una bolsa (perros pequeños)
Cuando llegas a Chenonceau, dejas el coche en el aparcamiento y accedes al castillo, ya empiezas a presentir que vas a visitar un lugar único. El largo paseo bajo los árboles hasta que llegas a las inmediaciones del castillo no hacen más que aumentar esa sensación y crearnos ansiedad por ver…


Una vez que llegamos a la explanada de la entrada y la Torre de los Marqués, empezamos a entender porqué este castillo es uno de los favoritos de la gente que visita esta zona. El emplazamiento es de una belleza colosal.


Cruzamos el pequeño puente para acceder al castillo que, todo sea dicho, es el único que hayamos visto construido sobre un río (el Cher). Una vez dentro, lo mejor es seguir las indicaciones del folleto y visitarlo pacientemente, aunque las oleadas de turistas nos lo pondrán difícil. Destacaría especialmente la galería que discurre sobre el río (construída según ordenes de Catalina de Medicis… se nota la elegante mano de la mujer en el castillo…) con dos preciosas chimeneas, una a cada lado. Sumamente interesante también es la visita a las cocinas, con acceso desde el río para que los barcos pudieran abastecer el castillo. Uno de los aposentos más curiosos es el de Luisa de Lorena, llamada la “Reina blanca” por ir siempre vestida de blanco tras la muerte de su marido (según la etiqueta del luto real, debe vestir así), sin embargo, el negro predomina en su habitación adornada con atributos de duelo.

 

De vuelta al exterior del jardín, disfrutemos de los jardines: el de Catalina de Médicis a la izquierda del castillo y el más espectacular de Diana de Poitiers, que además da acceso a un frondoso bosque por donde caminar si tenemos muchas ganas y tiempo para hacerlo.


De vuelta hacia el aparcamiento, podemos acercarnos a la izquierda del paseo a la Granja del Siglo 16, la galería de los Carruajes y finalmente al Vergel de las Flores (vergel, dependiendo de la época del año que lo visitemos, claro). Y del aparcamiento, vuelta a Amboise.
 
50 KM – De Amboise a Chambord (unos 50 minutos).
Para la tarde, como colofón, visitaremos el Castillo de Chambord.


 
El castillo está abierto todos los días del año, excepto el 1 de enero, el primer martes de febrero y el 25 de diciembre.
El precio de la entrada es de 11€ (además de 4€ que pagaremos por aparcar el coche).
Perros: la entrada no está permitida en el interior del castillo, pero si en los exteriores y en todo el dominio de Chambord.
Poco se puede decir para describir este lugar tan impresionante. Las palabras se quedan cortas, así que simplemente me limitaré a daros unos apuntes o unos consejos para la visita, porque todo lo que os pueda contar es poco. Hay que venir, verlo y disfrutarlo.
Este castillo, de arquitectura renacentista, es el más grande de toda la zona del Loira. Destaca por sus ocho inmensas torres, sus 365 chimeneas (una para cada día del año) y sus 440 habitaciones. Se dice que Leonardo da Vinci estuvo implicado en su diseño y que, de hecho, este castillo y el castillo de Amboise, están conectados por un pasadizo subterráneo.


En el centro del castillo se encuentra una obra maestra, la famosa escalera de doble hélice. Un ingenio arquitectónico que permite que la gente suba y baje escaleras al mismo tiempo sin cruzarse (No incluyo ninguna foto, porque esto lo tiene que descubrir cada uno a su manera).
Otro punto que os dejará boquiabiertos es la subida a las terrazas, desde donde contemplaremos el espectáculo de las torres y sus chimeneas, así como un magnífico panorama de todo el dominio de Chambord.


De nuevo en el exterior del castillo, os recomendaría un agradable paseo de una hora aproximadamente (aunque siempre se puede hacer más largo) bordeando el castillo junto a los canales que lo rodean… nuestra cámara de fotos va a echar humo.


 
Y desde Chambord, ponemos punto y final a esta aproximación a los Castillos del Loira. Mañana viaje de vuelta a España… y a la realidad.